Monte Castro al igual que muchos barrios, esconde en sus rincones anécdotas que helarían la sangre a cualquiera. No es por morbo ni mucho menos, sino que hay datos, curiosidades y personajes que sumados dan un resultado acorde a ese festejo popularmente estadounidense conocido como Halloween. Aunque en esta globalización comentamos algunas de estos sucesos que ocurrieron a la vuelta de la esquina.
En 1924, sobre la calle Lascano -vereda par- entre Segurola y Sanabria, comienza a construir su casa (que nunca terminó completamente), el escritor y periodista Roberto Arlt. Esto coincide con el regreso de Arlt de Córdoba con su familia, compuesta por su mujer -afectada de tuberculosis- y su pequeña hija Alicia. El escritor, por esa época, estaba afectado por una bronconeumonía que lo lleva a buscar tierras altas para vivir.
En ese mismo año comienza otra construcción. En este caso la de Instituto Open Door, luego Instituto Modelo de Frenopatía (Open-Door significa «puerta abierta» o sea ausencia de muros exteriores é interiores y la circulación libre del enfermo, en una medida compatible con su estado mental). Tenía 7,5 hectáreas de tierra, entre Santo Tomé, Bermúdez, Lascano y Benito Juarez, la salida era por Jonte al 4.700).
Para los vecinos, que veían circular hacia el establecimiento costosos automóviles llevando a los familiares de los internos, el establecimiento era simplemente «el loquero», un lugar que dejaba a los marginados de las familias adineradas.
Muchas leyendas acerca de sus pacientes y sus fortunas personales persisten en el barrio. Dicen que allí, por ejemplo, murió Ignacio Corsini, un cantante, actor y compositor de música popular.
Se mantuvo funcionando hasta 1958, despues fue dado de baja y algunos vecinos comentan que varios “locos escaparon”. Coincide curiosamente con libro de Roberto Arlt llamado “los siete locos” quizá inspirándose en aquellas instalaciones ubicadas cerca de su hogar en Monte Castro.
Uno de ellos, se comenta, que abrió una peluquería en un local abandonado. Sin preguntas cobraba barato y cortaba con precisión absoluta, sin en embargo tenía un toc particular que lo irritaba (una cuestión peligrosa teniendo en cuenta que manejaba cuchillas y tijeras). Era un obsesivo con la limpieza y cuando los niños apoyaban sus manos en la ventana del negocio el corría.
El remate que duró dos años (1958/60), de los elementos más importantes y finos de sus hermosos edificios, también originó que muchos vecinos se apropiaran de los remanentes poco importantes o de ladrillos de los cimientos. Muchas casas de ese tiempo tienen elementos que correspondieron a estas espléndidas construcciones. Nada quedó, salvo la capilla (luego parroquia de San Pedro).
Quizá muchas casas aún albergan esos ladrillos, los mismos que miraban aquellas personas abandonadas por ultima vez. Estos datos y mas fueron tocados por el podcast de Radio Monte Castro, “Voces del más acá”, donde este 31 de octubre estarán narrando historias de todo tipo con la misma temática.