Rodolfo Walsh fue periodsta, sino, «el mejor de todos nosotros», cómo dirian algunos de sus colegas. Tambien fue escritor, militante e intelectual que fue más allá de ese papel? «Fui lavacopas, limpiavidrios, comerciante de antigüedades y criptógrafo», decía él, queriendo alivianar esa imagen deshumanizada con la que se mira a los grandes humanos. Sin embargo, para entender la vida de Walsh es necesario dividirla en dos partes. Operación Masacre cambió mi vida. Haciéndola descubrí, además de mis perplejidades íntimas, existía un amenazante mundo exterior», dijo el hombre, refiriéndose al libro que inició el movimiento periodístico-literario de la novela testimonial.
Después de la frustración por la impunidad de la que gozaron los autores de los fusilamientos, Walsh ya no piensa en pedir justicia, sino observar que, además de permitir obtener datos y establecer la mecánica de sucesión de ciertos hechos, la investigación se ocupa de hechos límites que movilizan y ponen en cuestión compromisos, actos, ideas. La masacre de José León Suárez fue la perfecta culminación de un sistema; el caso Rosendo García desnuda la esencia del vandorismo; el asesinato de Satanowsky proyecta luz sobre el funcionamiento de los servicios de informaciones y su conexión con los grandes diarios. Osvaldo Aguirre
Antes de «Operación Masacre» (primer libro de no ficcion aunque a Truman Capote le duela) Walsh se había criado en el seno de una familia conservadora, de ascendencia irlandesa. Estudió en un colegio de monjas irlandesas y estuvo interno en una congregación de curas también irlandeses. «Tengo una hermana monja y dos hijas laicas», se reía. A los 17 años comenzó a trabajar en la Editorial Hachette como traductor y como corrector de pruebas, y a los 20 comenzó a publicar sus primeros textos periodísticos. En 1953 publicó su primer libro de cuentos, «Variaciones en rojo», con el que había ganado el Premio Municipal de Literatura de Buenos Aires.
El 24 de marzo al cumplirse un año de la dictadura, envía su famosa «Carta Abierta de un escritor a la Junta militar» a las redacciones de los diarios, y nadie la publica. El 25 de marzo, entre las 13.30 y las 16, Walsh es secuestrado por un grupo de Tareas de la ESMA, comandado por el oficial de Inteligencia García Velasco. Sobrevivientes de la ESMA le acercaron a su hija Patricia Walsh una versión de lo sucedido. Según esa versión Rodolfo debía ser tacleado por el oficial de Marina y ex rugbier Alfredo Astiz, quien falló en su intento. Esto generó una momentánea confusión que permitió a Rodolfo gatillar el revólver calibre 22 que guardaba en la entrepierna. Así hirió a uno de sus agresores, que quedó rengo (a fines del 77 ese hombre fue galardonado con una medalla en una ceremonia secreta de la ESMA)
El 25 de marzo de 1977 asesinan al hombre que decidió para siempre ser «fiel al compromiso de dar testimonios en tiempos difíciles».